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Así es como terminan los imperios

Una conversación con Eric H. Cline
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Nos fascina el desmoronamiento de las civilizaciones porque las catástrofes pasadas nos hacen pensar en el ciclo sin fin del ascenso y la caída de los pueblos. Teniendo esto en cuenta, es difícil leer el libro de Eric H. Cline, profesor de Historia y Antropología en la Universidad George Washington, 1177 B.C.: The Year Civilization Collapsed (Princeton University Press, 2014), sin pensar en la conmoción en la que viven en estos momentos los países de Oriente Medio. El autor observa meticulosamente aquel año del final de la Edad del Bronce, que vio desaparecer, entre el humo de los incendios y la fiebre de la guerra, los reinos e imperios del Mediterráneo oriental. Repasemos las fases del apocalipsis.

Bertrand Raison : En el siglo XIII a.C el mundo estaba muy interconectado, lo que puede sorprender al lector. Se enviaban regalos de frontera a frontera, había artistas cretenses trabajando en Egipto… ¿Podría desarrollar este aspecto ?

Eric H. Cline: El mundo mediterráneo estaba muy conectado durante la Edad del Bronce Tardío, desde el Mediterráno occidental y el Egeo hasta el Mediterráneo oriental, el Oriente próximo y hasta Afganistán. Interactuaban unos con otros, tenían contacto diplomático, hacían tratos y pactos, arreglaban matrimonios, mandaban embajadas internacionales y todas esas cosas. Uno de los lazos que los unían era la necesidad tanto de cobre como de estaño, para fabricar bronce, que era el material más importante en ese momento. La mayor parte del cobre venía de Chipre; el estaño, casi todo, de Afganistán, lo mismo que el lapislázuli. El oro venía de Egipto. Tanto las materias primas como las manufacturas se vendían o intercambiaban.

BR : ¿Considera que el año 1177 a.C. fue un punto de inflexión ? ¿Por qué ? ¿Es verdad que hay un antes y un después, al igual que pasó con la caída del Imperio Romano en 476 d.C.? ¿Acaso el siglo XI a.C. difiere totalmente del siglo XIII a.C.?

EHC : Hizo falta un siglo para que todo colapsase, más o menos desde 1225 a.C. hasta 1125 a.C., pero 1177 a.C. es un buen punto de referencia, puesto que es el año de la segunda invasión por parte de los Pueblos del Mar, y por aquel entonces muchas de las ciudades estaban ya en decadencia, si no directamente destruidas. Por eso utilizo esa fecha como resumen del colapso general, lo mismo que se data en 476 la caída del Imperio Romano, aunque no es que todo cayese justo ese año. La gran diferencia es que el colapso del Imperio Romano lo fue de una sola civilización, al igual que el derrumbamiento de los Mayas o de la cultura del Valle del Indo. Por lo contrario, el final de la Edad del Bronce asistió a la caída de numerosas civilizaciones de golpe, porque si bien eran autónomas, a la vez dependían las unas de las otras para las materias primas y otros bienes. Visto así, podemos decir que esa época tiene más semejanzas con nuestro mundo que con el del Imperio Romano. Y sí, el mundo en el año 1200 a.C. era bastante diferente del de 1100 a.C., y diametralmente diferente del del año 1000 a.C.

BR: ¿Puede decir cuáles son esas diferencias?

EHC: El mundo de comienzos del siglo XIII a.C. no tenía nada que ver con el mundo de doscientos años más tarde, el del comienzo del siglo XI a.C. En el 1300, todos los imperios de la Edad del Bronce Tardío no sólo seguían existiendo sino que estaban en pleno florecimiento: los micénicos, los minoicos, los hititas, los chipriotas, los cananeos, los egipcios, los mittani, los asirios, los babilonios. Su mundo, en el momento en el momento del hundimiento del barco en Uluburun, hacia el 1300, estaba interconectado de una manera que pocas veces ha estado la Humanidad en su historia. Las materias primas y las manufacturas se trasladaban a centenares o incluso miles de kilómetros, desde Afganistán hasta Italia en algunos casos. Para 1100, aquel mundo ya no existía; la mayor parte de aquellos reinos, aquellos imperios, no eran más que una vaga sombra de lo que habían sido. Egipto se había replegado de sus posesiones en Canaán; los hititas habían desaparecido y sólo quedaban restos de sus reinos vasallos en zonas fronterizas; Grecia se había zambullido en una era oscura de la que no emergería en los siguientes trescientos años. Las grandes potencias se vieron sustituidas por los primeros balbuceos de lo que sería el mundo nuevo, con los fenicios empezando a surcar el Mediterráneo, los israelitas comenzando a poblar las tierras de Canaán y los neoasirios poniendo todos sus empeños en hacerse con amplias áreas del Cercano Oriente.

BR : Es difícil dar una explicación única a este desastre. ¿Cómo podríamos entenderlo mejor ? Usted evoca una serie de posibles causas : hambre, sequía, invasiones, problemas climáticos… ¿Podría ubicarlos en el contexto de la situación ?

EHC : Mi tesis fundamental es que en aquel punto de inflexión debió de darse una « tormenta perfecta » de calamidades que causaron el desmoronamiento de las civilizaciones de la Edad del Bronce Tardío poco después del año 1200. Nos han llegado pruebas de un cambio climático, de sequías y hambrunas, de terremotos y de rebeliones internas en aquella época. Los seres humanos hemos sobrevivido a catástrofes y dificultades una y otra vez, cuando vienen solas ; después de un terremoto se puede volver a construir, y al cabo, una sequía se puede soportar. ¿Pero qué pasa si vienen todas seguidas, o a la vez ? Nos costaría mucho sobrevivir, y eso es lo que parece haber pasado entre 1225 y 1175 a.C., y por eso aquellas civilizaciones fueron incapaces de bandear la « tormenta perfecta » y acabaron por hundirse.

BR : Entre las varias causas que explican esta caída, se suele mencionar la invasión de los Pueblos del Mar. Qué gente tan misteriosa. ¿Tenemos alguna pista de su identidad  y de su origen ?

EHC : La pregunta es excelente, pero la respuesta no la tenemos. Parece que algunos venían de Sicilia, de Cerdeña y del sur de Italia (conocemos los nombres de algunos : los shekelesh y los shardana, que se parecen mucho a « Sicilia » y « Cerdeña »), pero es probable que en el camino se les uniesen otros, en su desplazamiento del oeste al este del Mediterráneo. Puede que hubiese otros de Grecia o Turquía entre los Pueblos del Mar, pero su origen está aún por identificar.

BR : ¿No le parece que el estrepitoso final de la Edad del Bronce en esa parte del Mediterráneo es muy similar a lo que está ocurriendo actualmente en Siria e Irak, como mínimo ?

EHC : Sin duda, se podría sugerir que el ISIS es nuestra versión de los Pueblos del Mar… Las otras similitudes a mí me resultan más que desconcertantes. Así fue como comencé el libro… y desde que lo escribí, nada ha cambiado. La economía de Grecia está hecha fosfatina. Las revueltas internas se han comido a Libia, a Siria, a Egipto, donde hay gente descontrolada que va por libre y mercenarios extranjeros avivando las llamas. Turquía tiene el temor de verse envuelta, lo mismo que Israel. Jordania está llena de refugiados. Irán todavía puede resultar una amenaza, mientras que Irak está en plena tormenta. Es la misma situación que en 1177 a.C. hace más de tres mil años, cuando las civilizaciones mediterráneas de la Edad del Bronce se derrumbaron una detrás de otra, cambiando para siempre el curso y el futuro del mundo occidental. Fue un momento crucial en la historia, un punto de inflexión para el mundo antiguo.

BR : Parece usted bastante optimista acerca de las secuelas de una catástrofe similar; dice que de lo malo salen cosas buenas. ¿Podría explicarnos por qué?

EHC : Yo no diría que « de las cosas malas salen cosas buenas ». En su lugar, lo que diría, como hago en el libro, es que si uno desea buscar el lado positivo, el rayo de luz que sale tras las nubes, siempre hay detalles que pueden revelarse como síntomas esperanzadores, como cosas buenas que salen de las cosas malas ; es evidente que la historia de la humanidad es una historia de resiliencia. En este caso, el colapso de los grandes reinos e imperios del final de la Edad del Bronce generó un vacío de poder desconocido hasta entonces. Ese vacío lo aprovecharon los fenicios, los israelitas y otros, y de ellos hemos recibido el alfabeto, el monoteísmo y otros avances, entre los que se cuenta incluso la democracia, inventada por los griegos. Con esto no quiero expresar ningún optimismo respecto a las consecuencias de cualquier catástrofe que nos pudiese ocurrir. Desde mi punto de vista, y sé que soy un provilegiado, no alcanzo a ver el lado positivo de un eventual acontecimiento catastrófico.

 

Las imágenes muestran un escalofriante fotograma de El planeta de los simios (la original) y arqueólogos buzos que encuentran tesoros egipcios, fenicios y minoicos en las aguas del Mediterráneo. 

Traducción de Bárbara Mingo.