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¿Poliqué...?

Extrañas semejanzas entre la novela "2020" y "Torrente-5"
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Lo primero que tengo que decir es que sería para mí un orgullo que Santiago Segura hubiese tomado mi novela 2020 como referencia para elaborar el guión de su Torrente 5. Me declaro, a pesar de sus altibajos, un ferviente seguidor de la saga Torrente. A más de un conocido le sorprende este gusto por lo que ellos valoran como un subproducto cultural. Como si la vulgaridad me fuese ajena o, en su caso, la juzgasen reprobable en lo que atañe a mi persona. Como si nuestra alma no albergase en su interior un pedazo más o menos grande de Santiago Segura o de Sacha Baron Cohen. Esos seres tiernamente repugnantes.

La mía sí, os lo aseguro.

Lo cierto es que, tras ver la película, constato sospechosos paralelismos entre mi novela y la película de Santiago Segura. Fueron mis amigos escritores los que me pusieron sobre aviso hace unas semanas. Que si los billetes con la efigie de Felipe VI y la reina Leticia, que si el aeropuerto abandonado. Y, por supuesto, Eurovegas. Tal vez todo se deba a que la imaginación posee sus límites y la nuestra (la mía y la de Santiago) no da más de sí. Seguramente. Sin embargo me gustaría, ya digo, contemplar la otra hipótesis, la del director de cine tomando notas de 2020 y planeando a partir de ellas una distopía menos cultureta, más vulgar, en el amplio espectro de la palabra. Más colchonera.

A mí, como a Delillo, me habría gustado que la adaptación de 2020 la hiciese David Cronenberg. Pero estamos en España y hay que adaptarse a lo que uno tiene. Almodóvar y churros. Sálvame y Raphael.

Y ahora vamos con los detalles.

  1. La película transcurre en el año 2018, dos años antes de los sucesos tal y como transcurren en mi novela. La diferencia de dos años tiene su justificación en el intento de camuflar el plagio. La coincidencia de la cifra haría saltar las alarmas desde el arranque mismo. No, hombre, no.
  2. España ha salido del euro y por tanto nuestro sistema monetario ha regresado a la peseta. En 2020 aparecen billetes con la efigie de Leticia Ortiz Rocasolano. En Torrente 5 Leticia figura en los billetes junto al nuevo rey Felipe VI. Más claro, agua.

  1. John Marshall, el personaje encarnado por el actor Alec Baldwin, pretende escapar con el dinero en un avión que despegará del aeropuerto de La Moraleja (en realidad se trata del aeropuerto de Ciudad Real). El de La Moraleja es un aeropuerto construido para acoger los vuelos de unas hipotéticas olimpidas que finalmente no llegarán a celebrarse. El aeropuerto está abandonado, al igual que el avión en el que los personajes (Torrente y sus compinches) protagonizarán su huída. En 2020 algunos de sus personajes malviven alojados en aviones abandonados en la terminal de carga de Barajas. Pues eso.

  1. Y ahora a la inversa. La descripción de Jorge, uno de los personajes de mi novela que muy bien podría cuadrar con la de Torrente (aunque, todo hay que decirlo, nunca pensé en Torrente como en modelo de ninguno de mis personajes):

La piel de Jorge ofrece un aspecto perennemente grasiento, como si acabase de escapar de una freidora […] Su cuerpo voluminoso y blando recuerda al de un bebé gigante, al de un pan mal cocido, con lorzas que cuelgan por todas partes.

Para que no se diga.

Cierto que todo puede deberse a la casualidad o a esa cosa misteriosa que los entendidos llaman poligénesis. Sí, de acuerdo, se habló mucho de Eurovegas y de aeropuertos abandonados y de la posibilidad de regresar a la peseta. Pero, ¿qué necesidad había de elaborar con todo ello una distopía? Derrida, tan proclive a enterrar la noción de autoría, afirma que la inventio no puede devengar derechos de autor, tan solo la dispositio y la elocutio, la estructura y la sintaxis de las ideas, no las ideas mismas. Puedo estar de acuerdo. Las ideas pertenecen a todo el mundo aunque no todo el mundo sea capaz de tenerlas. Cuántas brillantes ideas (poco más que sueños) hemos tenido a lo largo de nuestra vida que no han sido materializadas en inventos o proyectos empresariales o novelas. El plagio, por tanto, nunca puede justificarse a partir de ideas comunes sino de una trama y una argumentación similar. Y lo cierto es que la dispositio y la elocutio de 2020 y de Torrente 5 no pueden ser más diferentes, aunque la materia y el sustrato que las mantienen a flote (el Madrid distópico de un futuro no tan lejano) tengan bastante en común.