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En busca de un nuevo relato político

Crónica del encuentro de los Círculos Podemos en Madrid

A pesar de que el entorno invita a la espontaneidad, Pablo Iglesias lee un folio. No es un gesto casual. El líder de Podemos, acostumbrado a batirse en tertulias televisivas, tiene muy claro que hoy su audiencia no se limita a los cientos de simpatizantes llegados a Madrid de todo el país, sino que se multiplica a través de un insólito despliegue de medios de comunicación. Y quiere medir mucho sus palabras para rebatir un mensaje que en los últimos días martillean los medios: la contestación interna, la crítica de los Círculos, la denuncia de falta de democracia.

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Es sábado, el calor arrecia. La vieja facultad de Filosofía de la Universidad Complutense se ve sacudida por una agitación inédita. Una alegre marea ciudadana irrumpe en el campus, en el denominado “encuentro de Círculos Podemos”, un movimiento político tan reciente como eficaz que ha protagonizado una auténtica asonada política en las elecciones al Parlamento Europeo, cosechando más de un millón doscientos mil votos, ganando cinco escaños y convirtiéndose en la cuarta fuerza política nacional.

—El debate es la base de la democracia —lee despacio y categórico Pablo Iglesias ante cientos de personas desplegadas en el jardín de la facultad en el acto de bienvenida—. Aquí se puede discrepar y debatir diferencias. Y los que pretenden atacarnos por eso demuestran que no nos conocen.

El discurso de Iglesias tiene traducción para sordomudos, lo que demuestra atención al detalle. La joven pone tantas ganas que reproduce los aplausos con gestos enérgicos y una sonrisa resplandeciente. El tono de Pablo Iglesias es deliberadamente contundente.

—Nos han atacado y seguirán haciéndolo. Estamos aquí para una función histórica.

Con una camisa de cuadros azul, baja la cabeza hacia el folio en un gesto poco natural, pero liga un discurso inteligible y breve, en el que explica que hoy abren un espacio de trabajo para poner en común propuestas de todos los Círculos y preparar la Asamblea Constituyente de otoño en la que Podemos definirá su estructura definitiva y sus alianzas. Iglesias levanta la cabeza, mira con serenidad al público y se permite una licencia poética antes de ser aplaudido con rabia:

—La democracia se construye a partir de procedimientos de participación. Somos la nota de una nueva canción que debemos componer entre todos.

Un ruidoso grupo junto al periodista grita el mantra “sí se puede”. Salieron a las cuatro de la madrugada de Cornellá, Viladecans, Barcelona; se denominan “Círculo del Bajo Llobregat”. Se pagan el viaje y entre todos ponen dinero para los locales donde se reúnen. Hablan con desconfianza de los medios de comunicación.

—La prensa está maltratando a Podemos. Es increíble las cosas que se escriben, lo que se está diciendo. Que si antisistemas, manipulación o que esto es flor de un día. Parece mentira que se ataque a un partido que trae la esperanza a mucha gente.

 

EN CÍRCULOS

Podemos se articula en más de 400 Círculos surgidos de forma espontánea y compuestos por asambleas de barrio, colectivos sociales y profesionales. No hay afiliación ni carné, vale con el nombre y una dirección de correo electrónico. Se organizan a través de las redes sociales y, en la página de Facebook, reciben la autorización y las convocatorias de actos y reuniones. No piden préstamos para financiarse. Lo hacen a través de crowdfunding y colectas.

Pablo Iglesias pide que los 26 elegidos suban al estrado. Los días 12 y 13 de junio se votaron dos listas cerradas para crear el equipo que organizará la Asamblea Constituyente. La de Pablo Iglesias y Luis Alegre, avalada por el Círculo Complutense, consiguió el 86% de los votos. La del Círculo de Enfermeras de Madrid, el 10%. Se votó por Internet y participaron cincuenta mil personas. Sin embargo, la decisión de proponer listas cerradas y someterlas a votación en un plazo de seis días provocó el malestar en numerosos Círculos, que cuestionaron la legitimidad del proceso. Hoy todos ellos están llamados a Madrid para presentar sus propuestas de cara a otoño. Iglesias no quiere controversias y saca a la tribuna al grupo elegido. No hay cisma. Crecen el entusiasmo, los gritos y los aplausos. Hay cerca de un millar de personas y un despliegue de medios de comunicación asombroso. Podemos no hace alarde alguno de marketing. No hay carteles, ni sillas, ni gradas. Es algo más que una asamblea al uso en la que han incorporado un minúsculo estrado donde se apretujan unos cuantos dirigentes para que, al menos, se les vea. Quizá para eso, para que se le identifique, Luis Alegre, número dos de la lista, profesor de Filosofía, periodista y amigo personal de Iglesias, se ha puesto una camisa blanca e interviene sin papeles para hablar de una ola de ilusión y del gran reto organizativo que tienen por delante. Alegre es el coordinador del equipo que diseñará la estructura definitiva del movimiento. Tiene un buen discurso y una imagen aplicada, como la gran mayoría de los dirigentes de un partido que hace de la cercanía un plus intencionado.

—Somos un instrumento en manos de los ciudadanos y no un partido más. Hay miles de solicitudes para incorporarse a Podemos y tenemos que activar y mejorar los mecanismos de participación entre simpatizantes, Círculos y dirección.

Alegre quiere despejar la sombra de la discrepancia, de los reproches internos, y anima a todos a presentar propuestas de cara al proceso constituyente.

—Aquí no se pide ningún carné, es un espacio abierto. Hay una presencia mediática que es bienvenida, pero la casta está nerviosa, están inquietos y no desaprovecharán la oportunidad de atacarnos. Pido que los debates sean abiertos y plurales, pero en un ambiente de cordialidad entre compañeros. No demos facilidades a quienes han venido a atacar.

Alegre se aparta y entonces toma el micrófono un tipo con sombrero que, sin más preámbulos, comienza a cantar a capela. El público se queda perplejo, pero hoy la vocación es de entusiasmo y enseguida le corean, hasta que, al grito de “sí se puede”, aprovechan y le callan.

 

MEDIÁTICOS

El periodista de TVE corre despavorido detrás de su cámara porque Pablo Iglesias sale del estrado y echa a andar. Dos chicos fuertes en camiseta se asientan detrás de él y entrelazan los brazos de forma que constituyen una barrera entre el líder y el público que le persigue. Los fotógrafos tropiezan buscando el mejor enfoque, los cámaras corren de espaldas sacando el plano frontal de un Iglesias que disimula el natural asombro de verse convertido en una estrella total.

—Ni Rajoy levanta tanta expectación —ríe un hombre grande de barba rojiza apoyado en un trípode. Es Jörg Rhinnander, corresponsal en Madrid de una televisión alemana, que observa divertido cómo su cámara pelea entre otros veinte compañeros por hacerse un hueco y recoger las declaraciones de Pablo Iglesias, que ha decidido pararse e improvisar un “canutazo” con el que quitarse de en medio la insistente presión mediática.

—Alemania nos pide un documental del fenómeno Podemos —me dice Jörg en perfecto castellano—. Esto me recuerda los tiempos en que por primera vez en Europa aparecieron Los Verdes. Dan una sensación de frescura y novedad que le viene muy bien a vuestro país.

—¿Por?

—Pues porque la imagen que tenéis es de un sistema político absolutamente rígido y algo caduco en el que nada se mueve. Esta gente anuncia el comienzo del fin del bipartidismo. El problema es que el sistema electoral español no se lo va a poner fácil.

Comienza la actividad dentro del edificio. Los voluntarios derrochan la misma buena voluntad que falta de organización. Han colocado una mesa larga en el hall de entrada con un montón de chicas ataviadas con peto. Le pregunto a una atractiva pelirroja sentada en una esquina, muy formal. Se llama Rosi y es de Parla.

—¿Rossy de Parla? —le digo. Y se ríe con la broma. Su historia es clavada a la de casi todos.

—Empezamos a reunirnos los mismos que ya íbamos a las asambleas del 15-M y quedábamos todos los miércoles para hablar y hacer propuestas sobre la situación del barrio. Un día vinieron dos chicos y nos hablaron de Podemos. Formamos el Círculo de Parla. Luego llegaron las elecciones y, si éramos 40, ahora somos más de cien. Esto va para arriba.

Todas las historias son similares. Enrique López Manzano es un veterano activista de Ponferrada, curtido en la lucha a favor del medio ambiente. Se presenta con el nombre de su blog: “Un ecologista del Bierzo”.

—Podemos es el resultado de todas las iniciativas que se tomaron a partir del 15-M. Fundamentalmente, partiendo de dos ejes: la lucha contra la corrupción y la defensa del Medio Ambiente.

Vemos a lo lejos cómo los medios siguen persiguiendo a Pablo Iglesias por los jardines de la Facultad.

—Espero que no se empachen con el éxito —ríe Manzano—, aunque le aseguro que los personalismos no los están creando ellos. De todas formas, es difícil sustraerse al éxito.

 

 

LA ASAMBLEA

Dos de los más reconocibles líderes de Podemos protagonizan una multitudinaria asamblea en el atrio principal de la facultad con el sugerente título de: “¿Qué pasó el 25-M?”. El recinto está a reventar. Todos los asientos están ocupados y la gente se reparte por escaleras y ventanas. Se respira entusiasmo y bochorno a partes iguales. Carolina Bescansa e Íñigo Errejón observan impasibles a la multitud agolpada para escucharles.

—Hay pánico por el cambio de escenario —susurra Carolina ante el micrófono haciendo callar a los presentes—. Los viejos consensos se han roto. La crisis económica y la corrupción no son problemas aislados. Ha llegado la hora del cambio.

Carolina Bescansa es profesora de Ciencias Políticas en la Universidad Complutense y una de las tres personas que decidieron fundar el movimiento Podemos. El origen llegó de la propia Carolina, obsesionada con canalizar el descontento evidenciado a partir del 15 de mayo de 2011, cuando, convocados a través de las redes por la Plataforma Democracia Real Ya, miles de personas se echaron a las calles, tomaron las plazas de 50 ciudades y se quedaron acampadas durante meses.

Hoy, tres años después, se ve en la asamblea gente devastada por la crisis, como si el 15-M se hubiera endurecido. Los años difíciles han blindado a aquellos jóvenes entusiastas, y el paro, el empobrecimiento y el desencanto han provocado el estallido de Podemos, empujado por un ansia de cambio, por la necesidad de recuperar la ilusión. No hay mayoría de jóvenes en este recinto universitario. La fuerza que respalda a Podemos está formada por las víctimas de la crisis y de las injustas recetas puestas en marcha para paliarla. Licenciados sin expectativas, treintañeros cansados de buscar un primer trabajo, parados arrinconados, funcionarios empobrecidos, amas de casa forzosas, jubilados antes de tiempo, emprendedores desgastados; mucha clase media consciente de que los buenos tiempos se fueron al garete para siempre es el caldo de cultivo de este movimiento y, hoy, muchos vuelven a sentirse importantes. Se agarran a unos resultados electorales como si fuera la primera piedra de la reconstrucción de sus vidas. Este empuje es uno de los grandes dilemas a los que se enfrentan los dirigentes de Podemos: una ola de entusiasmo tan enorme que será difícil de canalizar sin provocar frustraciones. Hoy, de momento, todo se aplaude, incluso el discurso excesivamente doctrinario con que Íñigo Errejón, el joven doctor en Políticas y responsable de la exitosa campaña electoral, nos obsequia.

—La hipótesis de Podemos partía de una premisa optimista: la producción de un relato que devolviera la emoción por la política. El día 25 se quiebra una propiedad, el concepto de que la política es cosa de dos, se rompe el monopolio de la representatividad, se quiebran las certezas políticas.

Íñigo es un tipo brillante y él lo sabe. Es un teórico joven, experto en discurso político y un tanto barroco en el razonamiento del concepto de “contrapoder”. Articula bien su discurso, pero no ante un auditorio enardecido tan necesitado de ideas sencillas y claras, de nuevas emociones.

—Se abre un ciclo de tiempo acelerado —dice Íñigo parapetado tras unas gruesas gafas y moviendo mucho los brazos—. El orden existente no es aceptable porque han puesto en marcha un proceso para seguir protegiendo a las minorías del dinero frente a las mayorías sociales empobrecidas. El espacio mínimo por donde se coló Podemos se va a ir estrechando, pero utilizando el descontento —concluye— debemos construir una gran mayoría constituyente y de redefinición.

Truena en aplausos un público que hace tiempo ha dejado de escucharle porque, entre otras cosas, le aburre la teorización del movimiento.

Entonces se abre un turno de pasiones desatadas. Cientos de manos en alto piden hacerse escuchar. Con astucia, Íñigo advierte que no están ahí para responder a los reproches ni para contestar preguntas, sino que es una asamblea en la que todos deben hablar y escucharse unos a otros. Un joven colombiano se levanta y denuncia el olvido de las asambleas ciudadanas.

—Los Círculos —dice— suponen el trabajo callejero. Y ahí está la base de la fuerza de Podemos. Pero no parece que nos escuchen desde la dirección. O no sabemos hacernos oír.

Íñigo y Carolina siguen impertérritos la intervención y otras del mismo calibre, pero están decididos a no contestar, porque saben, como así ocurre, que de inmediato alguien va a tomar la palabra para pedir generosidad en los planteamientos. Pablo Iglesias se ha sentado en las escaleras y sigue atento entre el público el discurrir del debate. Hay algunas intervenciones en las que se reprocha que no se haya tomado en cuenta la voz y el trabajo de los Círculos.

—Son los Círculos los que de nuevo han puesto en marcha a activistas fogueados —interviene un veterano—. Me sorprende que a la hora de tomar decisiones internas importantes no se les tenga en cuenta.

Errejón interviene y zanja el debate.

—Es imprescindible compaginar el funcionamiento de participación abierta con la creación de estructuras estables de dirección.

Y es cierto. Podemos ha asumido una dimensión impensable en las elecciones del 25-M, convirtiéndose en la tercera fuerza política en 23 de las 40 principales ciudades del país. Un aviso inquietante para el resto de formaciones de cara a los comicios municipales y autonómicos. Podemos se ve abocado a dar el salto profesional a la política sin perder el contacto con sus bases y colectivos sociales.

Y en ello están.

 

LAS INCÓGNITAS

El trabajo se reparte por toda la facultad. Hay innumerables talleres y todos están repletos. Uno de los más animados es el de “Orientación legal y financiación para Círculos”. Hay un debate importante en el que una mujer reclama una definición jurídica:

—Es que no somos ni un partido político ni una organización sin ánimo de lucro. Estamos en el limbo. Y, de cara a las próximas elecciones, no sé si los Círculos o las asociaciones ciudadanas podamos presentarnos con el nombre de Podemos. Además, todo lo que hacemos nos cuesta dinero.

—No podemos —le contesta una joven de la organización— resolver de golpe todas las cuestiones. La organización jurídica es el último paso y quedará definida en la próxima Asamblea Constituyente.

Hay una voluntad absoluta por despejar todas las dudas posibles, en especial en el taller de redes sociales. Podemos vive y se alimenta de Internet. La red se ha convertido en el mecanismo más democrático que existe, también el más frustrante. “Lo que hoy vale, mañana no”, dice uno de los responsables. Su singularidad es que Podemos se está inventando a la vez que su éxito mediático, social y electoral es hoy por hoy incuestionable. La responsabilidad de sus dirigentes es saber encarrilar tal ola de entusiasmo ciudadano.

—Estamos concienciadas —dice la joven eurodiputada Tania González—. Estamos conectadas a la toma de tierra.

No se sabe hoy si Podemos es un desafío o una oportunidad. Frente a furibundas descalificaciones y alguna fundada sospecha, son muchos los ciudadanos que observan con simpatía a sus dirigentes y sus propuestas.

El periodista es uno de los últimos en irse. Y saliendo de Filosofía, le viene a la cabeza Christopher Hitchens cuando explicaba el impacto que le supuso visitar La Habana en la década de los sesenta: “Frente a las figuras de cera del Kremlin, encontré a líderes jóvenes, informales, espontáneos e incluso algo sexis. Hoy se han convertido en una arrugada oligarquía de gárgolas comunistas”.

En las manos de Podemos está desmentir a los agoreros.

Antonio Mérida

Antonio Mérida (Madrid, 1964) es periodista en medios como Cadena SER, Telemadrid o el diario As, y autor de las novelas Fuera de juego y La gran noticia.

Fotografías de Aitor Riveiro.