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SEMANA LIV: Días al cuadrado

Cuarta Parte
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CAPÍTULO I

Cualquier hombre asustado haría lo mismo. Me avergüenza equivocarme y no saber explicar los frutos de mi delirio. No soy capaz de argumentar, ni tengo autoridad ni derecho a hacerlo. Paula no entiende que quiera despedirme de ella y de mi hijo en septiembre. Pero esta decisión tiene cada día más sentido para mí. Junto al muy avanzado proceso de selección de mi legado, junto a mi tarea rutinaria de hacer lotes, junto a la espuma de melancolía que ya va cubriendo estas palabras, retirarme voluntariamente antes de morir me parece la única vía valiente, mi agónico grito de libertad y amor.

No hay destino más digno en la vida de un hombre que el de ir quedándose solo. Y yo aspiro a demostrarme este último gesto de dignidad. Ya fui dejando atrás amigos, cada vez con menos dolor. Ya fui abandonando vicios y perezas. Me queda poco para terminar esta autoliquidación. Nada mejor que anticiparme, largarme, desaparecer.

Para reafirmarme en mi propósito, comienzo a buscar un espacio, cercano al mar, en una ciudad lejana. Busco metros cuadrados y amables en Málaga, en Cádiz, en Barcelona, en el norte y en Galicia. Y la consulta de páginas de alquiler de viviendas me llena de tristeza. No por mí, sino por los habitantes de esas casas. Cada fotografía de estas ofertas es una novela. Uno puede imaginar las vidas de las personas que estuvieron en esas habitaciones. Hay rincones cargados de oscuridad y de goteras, ilusiones esparcidas sobre manteles y sábanas, miedos escondidos, alacenas venenosas y congeladores siniestros. Me angustia ese caudal de estampas inexplicables y descuidos imposibles de descifrar. Recibo algo de belleza y de terror en la exposición frívola y trágica de los secretos domésticos. Nunca he creído en los fantasmas. Pero en esas instantáneas hay espíritus reconocibles. Descubro una inmensa veta poética en los anuncios de alquiler. Me entusiasmo con las infinitas posibilidades literarias de este hallazgo. Cuando se lo comento a Paula, me pregunta cómo soy capaz de emocionarme y de apasionarme en mis fúnebres circunstancias.

“No hay valentía que no exija algún tipo de crueldad”, pienso, pero me temo que al final no se lo digo, y sin darme cuenta vuelvo a mirar la pantalla de mi adiós.

*

LOTE 000/E

1. Carl Weinrich: “Bach. Música para órgano”. (RCA, 1965). VINILO DE 220 GRS (aprox.) (1)

2. Thomas Vintenberg: “Celebración (Dogma#1)”. (Manga Films, 1998). DVD (2)

3. ElectroTRAX # 14: “LAURENT GARNIER. Después del techno”. (Dance Press S.L. Barcelona, febrero de 2005). PAPEL

4. Entrada mordida del concierto de Mogwai en Madrid. 26 de octubre de 2011. PAPEL Y CÓDIGOS

5. Cero rosa. GOMAESPUMA

6. VV. AA. “Harlem Shuffle. The Sound of Blaixpoitation”. (Plastic Records, 1997). CD (3)

7. Juan Berrio: Calendario dos mil tres (el año con los únicos números monosilábicos monovocálicos). CARTULINA Y GENIO (4)

8. Rolling Stone Nº 111: “Los 100 mejores cantantes de todos los tiempos”. (PRISA, o PROGRESA, enero de 2009). PAPEL SATINADO (5)

9. Encendedor promocional del Café del Mar (con gas). (Ibiza intersecular). PLÁSTICO Y LLAMA

10. G. K. Chetserton: “Basil Howe”. (El olivo azul, 2009). JOYA DE PAPEL Y TINTA (y 6)

 

Texto del Lote 000/E:

La sordidez de los calendarios es engañosa. Son registros de nuestros días y tanto da que sean del próximo año como de hace una década, porque siempre nos empeñamos en lo mismo: buscar sorpresas, o esperarlas. Tu padre apuntaba en el calendario de pared sus citas con los médicos. Tu hermano, su peso: se mantuvo inalterable en 104 kilos desde el 2008 al 2016; en febrero de este año dejó de apuntarlo. De hecho tiró la báscula inteligente (Smart Weighting Machine, según el folleto que acompañaba este generoso regalo que la editorial PT Folks ofrecía a los incautos que compraban enciclopedias en el siglo XXI) y se compró camisas XXXL.

(1) 1) “Al órgano dedicó Bach lo mejor de sí mismo.” (…) “El órgano utilizado para esta grabación de Carl Weinrich (uno de los mejores intérpretes vivientes [sic] de Bach) es un completísimo instrumento construido por Walter Holtkamp en 1958.”

Según se guardan, según se ocultan, según se arropan se van, se pierden, se olvidan las ganas de hablar. A veces buscas una canción insólita para darle cuerda al verbo. Pero las voces antiguas se pudren, se convierten en polvo mudo, niebla seca, humo de pentagramas, tonterías ad hoc.

(2) Lost In Traslation.

Dices que no diez veces antes del desayuno espiritual, desconfías de los cereales, rebosas la infusión de la semana, arrastras tu vapor sin barco, tu rumor sin Mississippi, tus saludos a la centralita de los taxis, a los vientres de las ambulancias, al rumor de una alcantarilla isósceles. Por decir algo. Por no volver.

(3) “The earli (sic) 1970’s was a turbolent (sic) period for Afro-americans.” Con Isaac Hayes, Curtis Mayfield, Bobby Womack, Donald Byrd, Booker T. Jones, Melvin Van Peebles…

El miedo ilumina el bazar y esconde el saldo. El sueño se resiste a amar, el dolor conquista el río. Para justificarte y no hablar, intentas buscar los polos de las pilas viejas. Recoges cables para hacer nidos de una materia ya arena, ya ceniza. Te lanzas a los folios atascados y eliges melodías italianas, antiguas, bonitas, tan fáciles de evocar como podría haber sido fácil este ejercicio de vivir. Nunca quisiste entender que los anuncios eran los nuevos sacramentos. Por eso el cielo te buscó los peores lugares para aparcar tus días cada vez que quisiste bailar. Cada vez que quisiste hacerlo.

(4) Incluye efemérides (exhaustivamente y completamente) monosilábicas: 18-1-1980: The Wall, de Pink Floyd es nº 1 de los Top Hits.

Dices que no diez veces antes de la cena del pasillo de paseo finito. Me pides que saque la lengua para pincharme agujas en territorios azules sin mar ni vuelos. Volvemos a ver esa película de sindicatos y arrecifes. Nos abrazamos por último amor. Busco tus pies con los míos, como cuando nos quisimos tanto que. Tanto. Tu talón es más suave que ayer. Mi Aquiles pálido.

(5) Premio desierto.

Lo que queda. Y sólo piensas en eso. En el grafeno y en el monte. “Somos médicos. Estamos aquí para ayudar a los heridos.” A veces los días son un desorden, una página muerta. Un papel más sucio que ayer. A veces la vida es el rumor de un helicóptero, el silencio de un insecto, el piano de un vecino loco. Un papel fucsia en un charco. Un desierto sin nombre ni sombras. Una película sin butacas. Una habitación de alquiler, orgullosa y muerta, una alfombra gastada de odio y unas biblias rotas.

Cómo no intentar cantar toda la noche, trepar las buhardillas y mirar al viento. Sentir lo salvaje. Antes de dormir bajo sábanas de lanas verdes, antes de soñar los atrezos del taller, las muecas de tu fábrica inútil, la grasa de demasiadas horas libres.

(y 6) “Lo que me gusta de la Edad Media es el excelente manejo que tenían de la cuestión familiar. Porque, una vez al mes, más o menos, celebraban un gran torneo en el que participaban todos los hombres de la familia (…). Todos estos parientes combatían entre sí, y era inevitable que muriera alguno. La ventaja es evidente. De esa manera hacían una liquidación de parientes una vez al mes, previniendo de ese modo el indebido incremento de allegados que es en mi opinión la raíz del pesimismo de nuestro vilipendiado siglo XIX”.

 

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La incertidumbre. Fotografía de PG (2017).